Acción social07/10/2020

¿Por qué no pasar a una situación mejor?

Carta del obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, en la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.

La Jornada Mundial por el Trabajo Decente se realiza en medio de la cruda situación que ha generado la pandemia del coronavirus. Esta pandemia no sólo ha traído una gran crisis sanitaria, sino que ha incrementado las condiciones de pobreza y desigualdad en el mundo laboral. Frecuentemente, las primeras personas en quedarse sin trabajo son aquellas cuyo empleo ya era precario, afectando de una forma dramática y especial a las mujeres y a la juventud. Las trabajadoras han sido afectadas de manera desproporcionada corriendo el riesgo de que algunos de los modestos progresos en materia de igualdad alcanzados en las últimas décadas se están perdiendo y las desigualdades relacionadas con el trabajo aumentan considerablemente. En resumen, la crisis de la pandemia ha puesto de relieve las debilidades estructurales del Estado de bienestar en España y la necesidad del trabajo decente para el desarrollo de una sociedad fraterna. Esta crisis nos ha enseñado que se puede consumir menos y mejor, que el servicio de aquellos oficios menos valorados, social y económicamente
son los que sostienen la vida y el cuidado comunitario.

¿Seguiremos mirando para otro lado o estaremos dispuestos a cambiar estilos de vida que permitan una distribución mejor de los recursos para todos? El Papa Francisco nos recordaba en el Mensaje Urbi et orbi del Domingo de Pascua de este año 2020 “Si actuamos como un solo pueblo, incluso ante las otras epidemias que nos acechan, podemos lograr un impacto real. ¿Seremos capaces de actuar responsablemente frente al hambre que padecen tantos, sabiendo que hay alimentos para todos? ¿Seguiremos mirando para otro lado con un silencio cómplice ante esas guerras alimentadas por deseos de dominio y de poder? ¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos?

¿Adoptaremos como comunidad internacional las medidas necesarias para frenar la devastación del medio ambiente o seguiremos negando la evidencia? La globalización de la indiferencia seguirá amenazando y tentando nuestro caminar… Ojalá nos encuentre con los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad. No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es «una civilización de la esperanza: contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio. La civilización del amor se construye cotidianamente, ininterrumpidamente. Supone el esfuerzo comprometido de todos. Supone, por eso, una comprometida comunidad de hermanos». En este tiempo de tribulación y luto, es mi deseo que, allí donde estés, puedas hacer la experiencia de Jesús, que sale a tu encuentro, te saluda y te dice: « Alégrate » (Mt 28,9). Y que sea ese saludo el que nos movilice a convocar y
amplificar la buena nueva del Reino de Dios.”

Acerquémonos con afecto y compasión al sufrimiento y el sacrificio de tanta gente. Y hagamos el firme compromiso de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad. Preparemos un cambio fundamental en el mundo post-COVID. Y oremos para reorientar nuestra mirada hacia la esperanza, especialmente cuando ésta se vuelve tenue y corre el riesgo de sucumbir. 

Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander