La primera pieza de este puzle es la acogida y orientación laboral. Constituye la puerta de entrada de la persona al programa de empleo y ocupa en papel fundamental, especialmente durante los años de crisis, donde el acompañamiento y la escucha de las personas es primordial, ya sea de manera telefónica o presencial.
La formación laboral es otra de las piezas clave. Durante el tiempo que ha durado la pandemia, se llevó a cabo la readaptación de espacios, de profesores y de los medios, adaptando en muchos centros la teleformación, recuperando el carácter presencial en cuanto ha sido posible.
La siguiente pieza encaja perfectamente con la anterior, la intermediación laboral, puente entre la persona y el empleador, ya fuera particular o empresa. Además de impulsar el autoempleo, prestando apoyo a los emprendedores.
Una de las piezas más especiales en este puzle son las empresas de inserción. Durante la pandemia, algunas se vieron obligadas a detener su actividad e incluso a realizar ERTEs. Y el resto, tuvieron que readaptar su trabajo diario a la nueva situación. En cualquier caso, estas empresas ofrecen oportunidades de empleo digno, formación y acompañamiento durante el proceso de incorporación al mercado laboral a personas en situación de exclusión, favoreciendo las posibilidades de conseguir un empleo normalizado.
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