24/03/2021

La soledad y el aislamiento de las personas mayores y sin hogar durante la pandemia

La atención y acompañamiento a las personas mayores ha sido siempre uno de los pilares del trabajo de Cáritas. Antes de la pandemia, a través del programa de Personas Mayores de Cáritas, ya contábamos con 31 centros residenciales, 12 centros de día, y 30 programas de acompañamiento en el domicilio, tanto en zonas urbanas como rurales. Esto nos ha permitido atender y acompañar a casi 7.000 personas mayores.

Esta crisis ha supuesto una carga extra para los equipos de los centros residenciales y los servicios de ayuda a domicilio. Equipos que han demostrado una vez más su valía profesional y su compromiso con las personas mayores, y que siguen dando respuesta a esta difícil situación. Reconocemos desde aquí la importancia de su trabajo, tantas veces invisible.

Además, la vulnerabilidad social evidenciada en esta crisis también pone de manifiesto los escasos recursos que existen para favorecer los cuidados en los domicilios. Esto propicia una mayor desprotección en las personas mayores y en quienes las cuidan, ya sean empleadas o familiares.

La crisis nos ha planteado un nuevo reto: no confundir aislamiento físico con aislamiento social y buscar la manera de seguir haciéndonos presentes, porque estamos convencidos de las palabras del papa Francisco: Una sociedad que no cuida de sus mayores, no tiene futuro”.

Nos hemos visto obligados a adaptar y reformular los programas de Cáritas orientados a acompañar a las personas mayores en situación de soledad. Todas las personas contratadas y voluntarias que sostienen estos programas saben por su buen hacer diario, que la soledad y el aislamiento juegan en contra de la salud. Nuestra tarea como Cáritas sigue siendo estar, como siempre, cerca de estas personas, por teléfono, por videoconferencia, o por el medio que sea.

La soledad que sufren estas personas no es una realidad nueva. Sin embargo, el aislamiento físico al que se han visto sometidas durante estos meses ha endurecido aún más su situación. No obstante, gracias a la colaboración del sector empresarial, hemos podido adaptar nuestros programas y aumentar a 11.000 el número de personas mayores acompañadas:

  • Reforzando el acompañamiento telefónico por parte del voluntariado a los mayores que viven solos.

  • Ofreciendo atención a domicilio: catering y compras básicas de alimentos y medicamentos.

  • Entregando tablets a los mayores en las residencias para poder organizar videollamadas con sus seres queridos.

  • Fortaleciendo las redes comunitarias de ayuda.

Cuando la situación de alarma termine, cuando podamos poco a poco recuperar ese cotidiano que ahora anhelamos, creemos que es importante fortalecer la acción social y la colaboración público privada. Entendemos que algunas de las claves de este debate tienen que ver en primera instancia con una mirada integral al derecho a la salud, física, social y emocional, de toda la sociedad y también de las personas mayores.

Otro de los colectivos en los que el impacto de esta pandemia ha sido especialmente duro es el de las personas sin hogar.

Antes de que comenzara la crisis sanitaria, en Cáritas atendíamos a 40.000 personas en situación de sin hogar, a través de diferentes tipos de proyectos: trabajo de calle, servicios de acogida, servicio de duchas, lavanderías, consignas y roperos, comedores sociales, centros de emergencia y de ola de frío, centros de día, talleres formativos, ocupacionales, centros y casas de acogida, viviendas supervisadas…

El impacto del coronavirus ha sido tremendamente costoso para las personas que carecen de un hogar donde poder refugiarse, cuidarse, o poder pasar el confinamiento inicial. Dormir en la calle o permanecer en alojamientos temporales o de emergencia han supuesto un alto riesgo de contagio para un colectivo especialmente afectado por problemas de salud o discapacidad.

En este sentido, muchas de las medidas dirigidas a la población en general (autoaislamiento, aumento de la higiene, quedarse en casa, distanciamiento social estricto) no han partido de una perspectiva realista para las personas que viven en la calle.

Desde el primer día en que detectamos que había multitud de personas que se podían quedar fuera de los recursos de atención, y hasta el día de hoy, estas han sido nuestras prioridades:

  • Adaptar los recursos: flexibilizar y ampliar los horarios y tiempos de estancia.
  • Rehabilitar los espacios y alojamientos (seminarios, pisos vacíos, refugios nocturnos…) para garantizar a estas personas un lugar seguro en el que refugiarse, cumpliendo con las medidas de seguridad.
  • Llevar a cabo conciertos con hoteles y pensiones locales para ofrecer a estas personas un alojamiento adecuado.
  • Ofrecer una atención telefónica en los casos de soledad y/o aislamiento.

Gracias a la solidaridad y generosidad de multitud de empresas hemos creado 13 nuevos centros y más de 1.400 nuevas plazas para personas sin hogar, lo cual ha contribuido a reducir su soledad y aislamiento, y a reducir su vulnerabilidad frente al virus.  

 

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