El apagón tecnológico perpetua la pobreza
La pandemia, especialmente en los meses de confinamiento, ha demostrado que la brecha digital es ahora también una causa de esa exclusión.
Si tradicionalmente hemos entendido la brecha digital como una consecuencia de la situación de pobreza, en la que la falta de recursos nos impide acceder a dispositivos e Internet, la pandemia, especialmente en los meses de confinamiento, ha demostrado que la brecha digital es ahora también una causa de esa exclusión. Es un elemento, así, exclusógeno.
Más del 60% de hogares atendidos por Cáritas están en situación de cierto apagón tecnológico. Consideramos que viven un apagón tecnológico aquellos hogares en los que no se da una de las tres siguientes condiciones: no hay acceso ilimitado a internet, no se dispone de dispositivos para acceder a internet o bien no se tienen capacidades o habilidades suficientes para manejarse en un entorno digital. Quizá antes de la pandemia un móvil con conexión a internet cuyos datos duraban medio mes, o limitaban la navegación, se consideraba suficiente para hablar de digitalización. Ahora, en cambio, ya no es suficiente porque este apagón tecnológico conlleva la pérdida de oportunidades, por ejemplo, formativas o laborales.
Y no es suficiente porque ha impedido, y podría volver a hacerlo, el correcto desempeño escolar del alumnado que vive en familias en situación de pobreza. Según datos recogidos para el final de curso escolar 2019/2020, con un cuatrimestre completo bajo la modalidad online, en más de un cuarto de las familias atendidas por Cáritas alguno de los niños, niñas o adolescentes tuvo especiales dificultades para finalizar el curso por falta de medios. Y todo ello a pesar de los esfuerzos de docentes y centros escolares para distribuir, en la medida de lo posible, dispositivos entre aquella parte del alumnado que no los tenía, para que pudieran así seguir la docencia online. Sin embargo, estas dificultades no están sólo en la falta de conexión y/o dispositivos, también entra en juego la falta de competencias en el mundo digital por parte de algunos de los progenitores en situación de exclusión, lo que les impide hacer un buen seguimiento de las tareas educativas.
Teniendo en cuenta que, sin ser una garantía absoluta, el sistema educativo es el principal mecanismo de ruptura con la transmisión intergeneracional de la pobreza, el desigual acceso a la educación digital dificulta ese cambio en el haz de trayectorias posibles que pueden recorrer dichos alumnos y alumnas en el futuro. Se les v